La monotonía de la semana se ve interrumpida una vez más desde el 15 de Junio.
El camino rumbo al trabajo se hace especial. La bandera está puesta en el auto, la radio sintoniza la previa del partido y el ambiente se empieza a armar.
Paso el peaje, entro a la autopista y el resto de los autos viajan como siempre, a la misma velocidad, con los mismos apuros. Nada que indique que es un día especial.
Vuelvo la vista al camino y en la radio ya confirman las alineaciones para el partido. El cosquilleo vuelve a la panza, como si uno fuera a calzarse la camiseta y salir al campo de juego. Pero la camiseta que tengo está en el asiento de al lado y la llevo conmigo para ver el partido por TV.
Llego a la salida de la autopista, y mientras espero para pasar el segundo peaje busco la complicidad de otros conductores que seguro tienen el mismo apuro que yo, pero nada.
El cincuentón manejando el descapotable se mira al espejo y chequea que el poco pelo que le queda siga ahí, la muchacha de la 4×4 aprovecha para maquillarse mientras el tránsito está detenido, y los que están en la camioneta con la escalera atada en el techo desafiando a todas las leyes de Newton miran impacientes la fila que no se mueve con agilidad.
Entro por la avenida que me lleva al trabajo y en las esquinas no hay puestos de venta de banderas, ni el manicero, ni gente con la camiseta de Uruguay. Parece ser un Viernes como cualquier otro.
Soy uno más de los tantos uruguayos alrededor del mundo que palpita el partido a solas, con la radio y chequeando cada vez que paro en un semáforo los mensajes que mandan los amigos desde allá, desde Uruguay. No me gusta decirle «paisito».
En la oficina, donde soy el único latino, logré inocular el interés por la Guorcap, y pasamos de un cortés «que bueno que ganaron, felicitaciones» al «¿Cuándo es el próximo partido de Iurugüey? No entiendo mucho de soccer, pero hinchamos por ustedes».
En mi país seguro las calles empiezan a vaciarse, y la mirada cómplice con el que te cruces al paso lleva el mensaje de confianza que dice «es hoy, y se puede, vamo’ arriba».
Las escuelas detienen sus clases, ponen pantallas gigantes y todos juntos mirarán el partido. Las oficinas, los bares, los comercios, las casas, todos están listos.
Se viene Francia, ese cuadro que al verlo de lejos parece invencible, confiado, con jugadores exuberantes, potentes y veloces.
Pero en el camino están los nuestros, que han demostrado a lo largo de estos años no ser menos que nadie y hacerle partido a cualquiera, por más nombres o trofeos que les tiren adelante.
Hoy llego temprano a la oficina, para ganar tiempo y poder ver el partido de alguna forma.
Hoy juega Uruguay,
El resto puede esperar 90 minutos.
Uruguay nomá!
Obdulio son los Padres
EXCELENTE DESCRIPCIÓN….ES TAL CUAL!! ABRAZO DE GOL!!!!
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Por los amigos de cerca, por los amigos de lejos, por los que perdimos en el camino y por los que vienen en camino… brilla el sol en Rusia, pero el cielo es todo celeste!… Uruguay nomá!!!!!!!!!
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