Los jugadores ya volvieron del Mundial. Es hora de comentar el campeonato de Uruguay. Obdulio consideró que era bueno hacerlo con la perspectiva de algunos días, y por eso no se apuró a opinar en caliente.
Los resultados suelen medirse desde distintos puntos de vista, y allí entra un juego entre expectativas previas, la ilusión del hincha, lo que nos muestra la realidad del torneo, el entusiasmo que uno agarra (o no) durante la competencia, las comparaciones con otros que les va distinto, el golpe de la eliminación y las perspectivas a futuro.
Obdulio tratará de analizar la actuación de Uruguay parándose en algunos de esos puntos, revisando lo dicho durante la competencia y lo que se viene.
La preparación de Uruguay
Nuestra selección fue la que menos partidos amistosos previos al Mundial jugó. Se optó por acondicionar a los jugadores desde lo físico luego de una larga y cansadora temporada, y que tuvieran la posibilidad de estar con sus familias, compartir tiempo con la gente cercana y luego asumir la responsabilidad de la Copa.
Estando en Uruguay la selección no concentró ni un solo día. Jugadores como Godín, Suárez y Cavani tuvieron algún día extra de descanso respecto al resto, y nadie reprochó nada. Esa confianza ganada es un valor agregado.
Con la casa en orden y una práctica contra Uzbekistán en el Centenario los esforzados atletas celestes se fueron a Rusia con la ilusión a cuestas.
En el medio quedó la lista de 26, que luego fue de 23, desafectando a 3 de los jugadores más representativos del proceso por ser dos de los más experientes y uno que surgía como gran revelación de final de eliminatorias (Ramírez, Lodeiro y Valverde). No somos quien para criticar los motivos. No estuvimos ni 10 segundos conviviendo con el plantel esos días ni tampoco durante todos estos años de trabajo.
La expectativas
Lo que esperábamos sobre la participación de Uruguay, al menos para el pensar de Obdulio, se basaban en 4 pilares:
- la experiencia de su entrenador,
- la experiencia de más la mitad de sus jugadores titulares,
- las duplas Suárez – Cavani y Godín – Giménez,
- y la renovación en el mediocampo que esbozaba un cambio en el estilo de juego, más que nada en la forma de hacerle llegar la pelota a nuestros delanteros, haciendo que éstos «se dedicaran solo a hacer goles».
Pero vayamos un poco más atrás en el tiempo:
Pasado el sorteo para la Fase de Grupos las expectativas ubicaban a la selección entre los seguros clasificados a segunda ronda. Nada hacía pensar que Egipto, Arabia y Rusia opusieran mucha resistencia a nuestros muchachos. Como quien dice para muchos «el grupo era una papa».
Hasta que nos dimos cuenta que en Egipto jugaba un tal Salah, que estaba haciendo goles en el Liverpool inglés y empezó la psicosis: «que Salah esto», «que Salah lo otro» y un largo etcétera que terminaron en la final de la Champions League cuando el capitán egipcio se lesionó.
Y ahí volvimos a «el grupo es una papa, a estos les hacemos 3 caminando».
He aquí la demostración entre las expectativas previas basadas en cierto análisis de la realidad de un equipo versus lo que nos gustaría que suceda ahora que están pasando cosas que queríamos, como que el temible delantero rival no juegue o que Rusia no le gane a nadie en los amistosos previos. A los árabes ni los consideramos, «¿para qué? si van a pasear a los mundiales».
Por suerte el plantel de Uruguay mostró mucha madurez a la hora de enfrentar los diferentes desafíos en la Copa y nunca fue permeable a esta manija previa.
La realidad de la fase inicial
Uruguay jugó su partido ante Egipto con algunas cosas claras y otras que aún seguían en proceso de maduración. La entrega por la camiseta, las ganas de ganar y el correrlas todas fue una característica innegociable de todos los jugadores en el campo, pero el supuesto juego para alimentar a los de arriba careció de fluidez y el DT hechó mano a su plantel para buscar soluciones.
Se intentó jugar de una manera, pero entre carencias propias y el mérito de un rival que se paró muy bien en defensa Uruguay encontró el gol a través de una fórmula conocida. Lo sorprendente es que alguno se disgustara porque no hubo tiqui tiqui y no disfrutara de ganar en un debut mundialista después de 48 años. Hay público para todo.
Lo peor estuvo en el partido ante Arabia Saudita, que venía de comerse 5 en el debut contra Rusia. Uruguay ganó otra vez gracias a una jugada a balón detenido (cosa que no es delito), pero el DT demostraba una vez más que no le encontraba la vuelta al mediocampo.
Justificado bajo el concepto «Uruguay se amolda al rival», toleramos otra baja producción de los nuestros a nivel de creación. Sin embargo la selección seguía mostrando solidez defensiva y orden táctico. El arco se mantenía en cero y la verdad nos llegaban poco y nada por mérito propio.
Uruguay apostó a un estilo de juego que no salió, tal vez por no contar con los jugadores con el rendimiento adecuado para lograrlo. Intentar jugar por los extremos abriendo la cancha implica mucha movilidad y velocidad, cosa que ninguna de las variables que buscó el DT salieron.
El mérito de Tabárez fue reaccionar a tiempo y no casarse con una idea por más buena que fuera en un inicio. En un Mundial no hay tiempo para esperar procesos de maduración ni nada por el estilo. Había que actuar rápido.
En el tercer partido decide cambiar también en defensa más allá del circunstancial ingreso de Coates. La ubicación de Laxalt como lateral izquierdo pasando a Cáceres a la derecha le dio mayor solidez defensiva y a la vez mejor subida por izquierda, algo que carecimos en los juegos iniciales, en parte por el perfil cambiado del lateral zurdo.
En el medio incorporó a Torreira y le puso a sus costados a Nández y Vecino, ocupando mejor los espacios en el medio, ofreciendo una posición defensiva más sólida y soltando en ataque a Bentancur como nexo con los de arriba, que a su vez volvieron al sacrificio. Es así que volvimos a ver el gran despliegue de Cavani y el desgaste de Suárez con los defensas rivales.
Uruguay había vuelto a los orígenes de su juego mejorado con tres volantes con buen trato de pelota y el despliegue de los diez jugadores de campo a destajo.
Uruguay definitivamente supo a qué quería jugar.
Es que cuando las innovaciones no salen uno debe ir a lo conocido, a lo que más veces se ha hecho y que probablemente le genera más seguridad a los ejecutantes del plan del DT. Eso al menos cree Obdulio.
Y salió muy bien contra Rusia, donde Uruguay jugó su mejor partido en el Mundial, presionando lejos del área propia, casi sin sobresaltos en defensa y mejorando la puntería en ataque.
Tras los tres partidos de la serie Uruguay terminó primero, invicto, sin puntos perdidos ni goles en contra. Los números de la Celeste los hemos analizado previamente así que no ocuparemos espacio sobre eso en esta nota.
Octavos y Cuartos de Final
El objetivo de ganar partidos para pasar de fase se había cumplido con creces. Uruguay se dispuso a jugar el partido ante Portugal con una postura más parecida a la que habitualmente vimos en partidos dirigidos por Tabárez ante rivales fuertes.
El trabajo defensivo casi perfecto de Uruguay opacó en buena medida el golazo de Cavani en una jugada a 5 toques con 2 cambios de frente espectaculares digna del fútbol que a algunos seguramente nos gusta.
El segundo gol, otro golazo, fue opacado por la forma, esa que ya nos tiene acostumbrados la selección, y que por simple y efectiva por momentos despreciamos.
Uruguay jugó de igual a igual contra el campeón europeo, controlando el partido desde la defensa, reduciendo a una de las grandes estrellas del fútbol Mundial a la exhibición de sus muslos a la hora de patear un tiro libre (cuando CR7 hace esas cosas es porque en la cancha no puede vender nada).
Aquello de «limitar al rival» se hizo al precio de un gran desgaste físico, cosa que no había sido necesaria previamente, y eso se pagó a futuro.
El plan de Uruguay se declaró definitivamente defensivo ante Francia y quedó rengo a la hora de la otra parte del juego en ataque. No era posible soportar 90 o 120 minutos a cero gol en arco propio sin ofender al rival.
A nuestro entender, la ausencia de Cavani repercutió tanto en defensa como en ataque por igual. En ataque por razones lógicas, habíamos perdido a uno de los jugadores más peligrosos para la defensa rival. En defensa, ningún jugador uruguayo tiene el despliegue, recorrido y sacrificio de Cavani.
Francia le ganó a Uruguay a ley de juego, y excede a la ausencia de Cavani. Impuso las condiciones y no permitió que los nuestros generaran jugadas de peligro a través de juego asociado. Un gol fue mucha ventaja, la atajada de Lloris minutos más tarde ponía las cosas cuesta arriba y el error de Muslera le puso la tapa al partido media hora antes del final.
En ningún momento se reprochó el esfuerzo. Uruguay hizo lo mejor que pudo, el problema fue que el rival lo hizo mejor.
Y así terminamos nuestra participación, con la tranquilidad de no haberse guardado nada. Seguramente Ud., al igual que Obdulio, al terminar el partido no tuvo un sentimiento de frustración ni de calentura por no haber ganado. Al ver la diferencia de fuerzas asumir la derrota con madurez fue otro de los puntos altos que nos deja este Mundial.
Por primera vez no hubo quejas contra la FIFA, ni que perdimos porque no nos quieren, ni por el juez, ni porque somos un país chiquito y molesto que pelea contra los gigantes u otros lugares comunes que solían aparecer para justificar una derrota.
El balance
A nuestro entender, a nivel de resultado, Uruguay hizo un gran Mundial acorde a las expectativas previas.
- Clasificar en el grupo parecía algo posible: se logró el primer puesto
- El rival posible de Octavos en lo previo era Portugal: se le ganó y se clasificó al grupo de los 8 mejores.
- En Cuartos de Final el rival de todas las pencas era Francia, y no se pudo, básicamente porque hicieron un mejor mundial que nosotros.
- Haber llegado a semifinales hubiese superado al menos las expectativas de Obdulio, y por supuesto pudo ser motivo de una enorme alegría.
Lo positivo (además de los resultados):
- El espíritu de equipo. Siempre demostraron estar unidos dentro y fuera de la cancha.
- La imagen de la selección: El comportamiento en el campo, tanto por el espíritu de lucha como el no perder la línea generando tarjetas innecesarias.
- La confirmación de Nández y Laxalt como jugadores con gran presente y mejor futuro en la selección.
- Torreira y Bentancur: el primero confirmó todo lo bueno que hizo que se lo pidiera para la selección, el segundo aportó ese toque de calidad que no teníamos hace tiempo.
- Cavani: su partido contra Portugal y su ausencia ante Francia terminó de confirmar toda su valía en la selección, por si alguna prueba faltaba.
- Tabárez: pese a las dificultades físicas confirmó su valía ante las dificultades del camino, y se tomó el tiempo para enviar varias señales hacia la interna de nuestro fútbol.
Los puntos a mejorar:
- La forma de atacar: Uruguay no logró desplegar esa fluidez imaginada en el mediocampo entre otras cosas porque no funcionaron algunos jugadores de los que se esperaba más. Probablemente será cuestión de tiempo e insistir en mejorar una idea que en lo previo a la Copa ilusionaba. Es probable que en próximas «Fechas FIFA», el lugar para los experimentos, se insista con este asunto más teniendo en cuenta que la renovación de la selección viene principalemente por ese sector del campo.
- La extensión del plantel: Uruguay utilizó básicamente 14 o 15 jugadores en su rotación principal, pero en ningún caso logró encontrar variables para las posiciones de ataque por las bandas.
- El color de los zapatos: un poco menos de blanco no estaría mal. Obdulio agradecido.
El futuro
Se vienen nuevos desafíos y «sueños a perseguir», tal vez con este mismo cuerpo técnico o quizás con otro que se acople a una forma de trabajar que ha resultado provechosa para nuestro fútbol.
Las nuevas generaciones asoman en un escenario altamente competitivo donde los europeos nos han sacado una gran ventaja. Los jugadores que vienen deben demostrar en el alto nivel que están aptos para asumir el desafío de jugar por la selección.
La renovación de la selección es inevitable, sea por rendimiento o por edad, de a poco nos tendremos que acostumbrar a no tener ciertas figuras que vimos por más de 10 años defendiendo a la Celeste.
El desafío está planteado. Sustituir a esas figuras con otras no se hace por arte de magia. Tal vez llegue el momento de superar el peso de esas individualidades con más espíritu de equipo, un estilo de juego renovado producto de los jugadores disponibles y la mente siempre puesta en obtener los mejores resultados.
Lo hecho por este grupo de profesionaes en la selección ha logrado que para el futuro la distancia entre lo predecible y lo sorpresivo sea muy pequeña. Eso es muy bueno cuando lo que se buscan son objetivos basados en el trabajo y no en el azar de un resultado.
Las etapas que dependen de que la pelotita rebote para el lado correcto del arco han sido superadas a base de planificación, ética de trabajo, un rumbo definido para los jugadores que pretendan integrar una selección uruguaya, y por supuesto, buenos resultados deportivos, que se evalúan más allá de ser campeones o no.
Créame que esto último es nuestro principal capital para lo que viene.
Termina así la cobertura de la selección uruguaya en Rusia 2018.
Obdulio continuará con este espacio cubriendo las aventuras de los esforzados atletas celestes cada vez que salgan a una cancha para defender a nuestro querido Uruguay.
Obdulio se quedó en Rusia para ver la final,
Obdulio son los Padres.
Por supuesto que opiniones tenemos todos, y déjeme decirle que yo lamentablemente conozco a más de un uruguayo amigo que terminó con el sentimiento de «calentura y frustración». El recurso más común que yo escuché (hablando en cantidad de veces que lo escuché) fue: «me calienta que nos ganan por errores nuestros, no por méritos propios. Francia no te ganó por jugadas hechas sino por el error de Bentancur y el error de Muslera». Simplista manera de ver el deporte, lo sé y lamentable a mi entender que sigamos teniendo gente que sufra tanto y enfrente tal desafío a la hora de entender nuestras posibilidades a nivel macro y sobre todo, de no lograr quedarse con lo positivo de lo que se obtiene (amén que el diario Marca sacó un artículo hace un par de días mencionando a Bentancur como una de las 12 potenciales estrellas jóvenes del mundial que serán mega estrellas en el futuro, diciendo que la Juventus «tiene un diamante en bruto en Bentancur»). En mi caso personal, además de estar muy de acuerdo con su análisis, para mi hay un plus adicional del que no siempre se habla y no sé si se tiene cabal conciencia, y que si, probablemente se ve y vive distinto por vivir fuera del Uruguay, y por ser de otra época como usted Obdulio, pero yo viví veinti-tantos años de una selección uruguaya que no generaba nada, ni con la prensa, ni con los medios, y por supuesto que no con el público, y los resultados eran el menor de los problemas. Además de todo lo que usted detalla, esta generación Tabárez, nos devolvió amor y respeto por nuestros colores adentro y afuera de la cancha. Hay una manera de conducirse y de hablar de sus integrantes, hay ética de trabajo, hay determinación y hay voluntad de hacerlo lo mejor posible y a conciencia. Yo viví 20 años de otra cosa, de gente sin banderas al hombro, sin pelucas, sin caras pintadas. Durante muchos años no vi niños de escuela que se reunieran en el salón de actos a ver el partido de Uruguay, nunca había visto la explanada de la intendencia tapada de gente para ver un partido de la celeste antes del 2010, nunca había visto un estadio en Rusia (que igualmente podría haber sido en Saturno) con mayoría de gente con camiseta celeste, y que el grito de la tribuna que dominara por momentos fuera: «soy celeste, soy celeste»… mis amigos no se juntaban en el mercado agrícola (o donde fuere, pero en un lugar público que no fuera casa de nadie) a ver un partido de Uruguay… y todos esos ejemplos hoy suceden en bases regulares. Desde hace un poco más de una década, el grupo de gente que nos representa en el fútbol mundial se han encargado sobre todo, de devolvernos la alegría de creer, de confiar en ellos y en su ética. Que se escriban frases que digan: «el dejarlo todo en la cancha es innegociable», para mi tiene más valor que escribir: «Uruguay ganó la final del mundo 4 a 0 a Alemania y es campeón del mundo». La segunda sería preciosa, pero la primera tiene alma, tiene sustancia y tiene corazón… esa es la garra charrúa bien intencionada que le quiero transmitir y dejar a mis hijos. Esta gente y estas generaciones nos devolvieron orgullo, y fue todo en base a trabajo, compromiso y esfuerzo… Ganar, perder o empatar… son todos accidentes del camino, que a veces se pueden prevenir o favorecer, seguro que si, pero por eso no les voy a dejar de agradecer nunca el valor monstruoso que tiene todo lo adicional y extra fútbol que nos han devuelto… ¿¿¿¿ero cómo no te voy a querer???… Uruguay nomá!!!!!!
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