La eliminación de Nacional en Cuartos de Final de la Copa Sudamericana confirma la racha de treinta años sin ganar copas internacionales por parte de los equipos uruguayos.
Obdulio trae un informe al respecto que intentará ilustrar y explicar la sequía de nuestros teams a nivel continental.
No se caliente mucho, y prepárese para una dosis de realidad.
Copa Libertadores: la mitad del vaso lleno
La Copa Libertadores fue creada en el año 1960, y desde entonces es el máximo torneo continental. Inicialmente llamado «Copa de Campeones de América», el nombre cambió a Libertadores de América cuando se incorporaron los vicecampoeones en 1965.
Los equipos uruguayos y argentinos encontraron un marco más amplio para acrecentar su rivalidad futbolística, que venía siendo puesta a prueba desde los inicios del foot-ball en la zona. Desde principios del Siglo XX se disputaron numerosas Copas organizadas entre las asociaciones del fútbol rioplatense como la Copa de Honor Cousinier, la Cup Tie Competition (Wanderers la ganó en 3 oportunidades, por ejemplo) o la Copa Aldao.


Entre 1960 y 1989, los vecinos del Río de la Plata se repartieron 23 Copas Libertadores: 15 para los argentinos (Racing – 1, Independiente – 7, Estudiantes de la Plata – 3, Boca Jrs. – 2, Argentinos Jrs – 1, River Plate – 1), mientras que las otras 8 se quedaron en las vitrinas de los uruguayos. Peñarol ganó 5 y Nacional 3.

Las sobras fueron recogidas por el Santos de Pelé en 2 oportunidades, mientras que Olimpia de Paraguay, Cruzeiro, Flamengo, Gremio y el Atl. Nacional de Medellín levantaron la Copa una vez cada uno.
Peñarol y Nacional sumaron más Libertadores que brasileños, paraguayos y colombianos juntos en este período.

Entre los grandes uruguayos disputaron 16 finales (10 Peñarol y 6 Nacional), y el Estadio Centenario fue el anfitrión de 20 finales de América en total si le sumamos la disputa del 3er partido final de la Libertadores en las ediciones de 1969, 1973, 1977 y 1981 a modo de «cancha neutral». La secuencia de 4 años es mera casualidad.
La racha a nivel internacional se ve incrementada con 6 Copas Intercontinentales (3 de Nacional y 3 de Peñarol).

Entre torneos de menor jerarquía, que no se disputaron de manera constante, pero son reconocidos de manera oficial, le podemos agregar a este período una Supercopa de Campeones ganada por Peñarol en 1969, 2 Copas Interamericanas (CONMEBOL vs CONCACAF) ganadas por Nacional en 1972 y 1989 y una Recopa Sudamericana ganada por Nacional en 1989.

En total 18 Copas Internacionales Oficiales organizadas por CONMEBOL o FIFA: 9 de Nacional y 9 de Peñarol. Andá llevando
La otra mitad del vaso
En 1989 Danubio llegó a la semifinal, perdiendo contra Nacional de Medellín el paso a la final. Después de aquellos dos partidos, hubo que esperar 20 años para volver a ver a un equipo uruguayo en esa fase de la Copa Libertadores.

Nacional en 2009 llegó a semifinales, perdiendo con Estudiantes de la Plata su oportunidad de jugar la final.
Peñarol perdió la final con Santos en 2011.

Defensor Sporting se sumó a los uruguayos que llegaron a las semifinales de la Libertadores en 2014, perdiendo con el Nacional paraguayo su oportunidad de jugar la final.
Entre aquel partido de Danubio de 1989 y el último de Nacional con Fluminense el pasado 31 de Octubre, los uruguayos disputaron la Copa Libertadores y otros torneo internacionales organizados por CONMEBOL, tales como la Supercopa de Campeones (jugada entre 1988 y 1997), la Copa CONMEBOL (1990-1999), la Copa MERCOSUR (1998 – 2001) y la Copa Sudamericana desde 2002.
Obdulio les cuenta como les fue a los uruguayos en estos torneos cuando lograron llegar a semis o finales, pero no se frote las manos para gastar a su amigo hincha del otro cuadro, porque le adelanto que no hay campeones.
Supercopa: Nacional finalista en 1990, perdió con Olimpia
Copa CONMEBOL: Peñarol finalista en 1993 y 1994. Perdió con Botafogo y Sao Paulo
Copa MERCOSUR: Peñarol semifinalista en 1999. Seguramente si le digo que el partido en el Estadio terminó con los jugadores de Flamengo lanzados por el túnel a patadas por los players carboneros, Ud recordará más ese hecho bochornoso que la instancia de la Copa en juego.
Copa SUDAMERICANA: Nacional semifinalista en 2002 y River Plate semifinalista en 2009
Buscando explicaciones a la sequía
La crisis de la mediana edad
La posibilidad de obtener mejores ingresos en el exterior caló hondo en los equipos uruguayos desde que el fútbol se declaró como un gran negocio a principio de los 70’s. Pero como todo llega tarde a Uruguay, hasta principios de los 80s los equipos grandes se daban el lujo de traer jugadores del exterior sólo por el peso de la camiseta, y el prestigio de vestir la aurinegra o la tricolor, o incluso traer a sus viejas glorias aún vigentes para reforzar a sus equipos, como sucedió con Fernando Morena y Hugo De León, por ejemplo.
Casos como el peruano Juan Joya Cordero, el chileno Elías Ricardo Figueroa, el ecuatoriano Alberto Spencer, el Brasileño Manga, los argentinos Luis Artime y Miguel Brindisi, reforzaron equipos uruguayos que a su vez eran la base de la selección uruguaya.

Irse a jugar al exterior era una posibilidad para los jugadores de mayor nivel. Atilio Ancheta, Pedro Rocha, Ladislao Mazurkiewicz, Víctor Espárrago, Fernando Morena o Rodolfo Rodríguez tuvieron la posibilidad de jugar en equipos del exterior, no sin antes haber jugado unos cuantos años en la liga uruguaya, y una vez consolidados y con alguna consagración en la Libertadores o participación en la selección se ganaban la posibilidad del «pase», que en la mayoría de los casos no cruzaban el Atlántico.
Por lo tanto los equipos se formaban con jugadores experientes, jóvenes talentos (que difícilmente se iban a los 18 años como ahora), y una base de jugadores de mediana edad que preferían jugar en Nacional o Peñarol antes de irse a Olimpo de Bahía Blanca o Barcelona de Guayaquil por 30% más de salario.
Actualmente los equipos son formados por juveniles de la cantera, que piensan en mostrarse en la Copa Internacional para ver si pueden pegar el pase al exterior y salvarse, veteranos que regresan luego de sus mejores años (con suerte) y vuelven porque son hinchas, o por temas personales, y muy pocos jugadores de mediana edad que aporten el salto de calidad que dan los players en sus años más productivos.
Basta con repasar los uruguayos que se destacan en otros equipos sudamericanos, como Martín Campaña, Rodrigo Muñoz, Martín Silva, Gastón Silva, Giorgian De Arrascaeta, Camilo Mayada, Lucas Olaza, Nahitan Nandez o Nicolás de la Cruz para entender que los más talentosos de nuestros equipos no sólo se van a Europa, sino que por aquí cerca pueden desarrollarse como profesionales y destacarse, cosa que en Uruguay parece muy difícil que pase.
La necesidad tiene cara de Pasaporte europeo
Como Obdulio explicara en su post La “culpa” la tiene (entre otros) un tal Bosman, las reglas del mercado del fútbol cambiaron para siempre, y eso fue a mediados de los 90’s.
Europa abrió las puertas a todo aquel que portara pasaporte comunitario, y entre la necesidad de los clubes y los jugadores, vimos como numerosos players se iban a pasear a Europa dejando algunos pesos a sus clubes, y desaprovechando el desarrollo de su potencial en buena parte de los casos, para comer banco en equipos que peleaban el descenso en las ligas europeas.
Obdulio se ha cansado de ver como aparecieron jugadores que pintaban bien, pero la necesidad o el mal consejo de su representante lo llevaron a peregrinar por Europa (o Centroamérica) en busca de un equipo, perdiéndose la etapa de preparación para la nueva temporada «porque al muchacho le llueven las ofertas», y cuando no lo conseguían volvían a su club de origen, ya fuera de forma y con muchas dificultades para recuperar el nivel que alguna vez mostró, si es que tiene la suerte de recuperarlo.
La competencia inútil
Desde que se instaló la discusión por el decanato del fútbol uruguayo, Peñarol y Nacional compiten por las cosas más estúpidas que existen, trasladando este panorama a los hinchas, que al ver que sus equipos no ganan internacionalmente comienzan el debate estéril de los antecedentes acomodando las cosas «para que nos de bien».
La incompetencia
En 1970, por ejemplo, Peñarol llegó a la final de la Libertadores con un equipo de suplentes porque los titulares estaban a disposición de la selección uruguaya para jugar el Mundial. Hoy los delegados carboneros hacen malabarismos con los calendarios para que el Cebolla Rodríguez (el único del medio local que juega en la selección) no se pierda los partidos importantes (contra Torque, por ejemplo) cuando es citado a la selección.
Al DT de Nacional lo critican por haber puesto suplentes contra el último de la tabla y prepararse para jugar por Cuartos de Final de la Sudamericana, que además de prestigio le podría haber reportado una jugosa suma en dólares para las arcas del club. No vaya a ser que se la juegue por un título internacional que no se consigue desde hace 30 años e hipotecar un campeonato que gana año por medio.
Alcanza con ganar un clásico o que el otro no gane el torneo local para mantener a la hinchada contenta y seguir haciendo la plancha.
Los equipos menores cuando se enfrentan al desafío internacional suelen ver afectada su participación en el tornelo local, debido a sus planteles cortos, y el instinto de supervivencia (supongo), los hace optar por mantener su status vernáculo, y mantener los puntitos seguros para seguir en el «círculo de privilegio».
La competencia interna
Con suerte, en una temporada buena, Defensor, Danubio y algún otro equipo que tenga un plantel competitivo, le pueden hacer frente a los grandes. Este año La diferencia entre Nacional que va segundo y el tercero que es Danubio es de 22 puntos. Cuando la competencia interna es pobre eso se refleja afuera.

Antiguamente esta diferencia también existía, pero si seguimos con la receta de hace 50 años no vamos a avanzar.
Algunos clubes menores han logrado ser competitivos a nivel de formativas, captando talentos, desarrollándolos, pero disfrutándolos muy poco en primera división..
El estilo de juego y el miedo a perder
Producto de la pobre competencia interna, los equipos no logran desarrollar estilos de juego competitivos para el nivel internacional. Alcanza con que el rival de turno hilvane 3 pases seguidos para poner en jaque a cualquiera de nuestros equipos.
Vemos jugadores uruguayos en todos los equipos de América, jugando, siendo protagonistas. Lo mismo pasa con los entrenadores, que cuando encuentran un lugar para desplegar su potencial, generalmente lo logran y tienen éxito, como Pablo Repetto, Gerardo Pelusso, Guillermo Almada o Diego Aguirre.
Nuestros equipos han terminado varias veces en inferioridad numérica por la frustración de algunos de sus futbolistas, o directamente a las piñas al final de los partidos luego de alguna eliminación, o peor aún, después de recibir un gol.
La competencia externa
A las Copas internacionales cada vez asisten más equipos, y llegar a instancias de definición es un camino tortuoso que puede iniciarse con 2 ó 3 etapas de eliminación antes de llegar a la fase de Grupos de la Copa como le pasó a Nacional esta temporada, siendo el único de todos los uruguayos en esa situación que pasó las fases previas.
«Catástrofa»!
Al igual que los uruguayos, los equipos holandeses, yugoslavos, rumanos, portugueses e ingleses de mediano porte, a nivel de clubes tuvieron su cuarto de hora en las décadas del 70, 80 y parte de los 90s de la mano del Ajax, el PSV, el Benfica, el Porto, el Estrella Roja de Belgrado, el Nottingham Forest o el Aston Villa, cuando la Copa Europea de Campeones era más competitiva porque los cracks no salían de fronteras.
Desde que el Ajax de Amsterdam ganó la Champions del 94, la orejona se repartió exclusivamente entre los poderosos de las ligas española, italiana, inglesa y alemana, con la excepción del Porto.
En Sudamérica pasa algo similar, pues argentinos y brasileños ganan la mayoría de las copas, salpimentando el asunto con algún colombiano (Once Caldas y Nacional), un peruano (Cienciano), un ecuatoriano (Liga de Quito), un chileno (Universidad de Chile) y un paraguayo (Olimpia).
Entre 1990 y 2017, los brasileños ganaron 14 Libertadores y los argentinos 9 (23 en total). El campeón de 2018 será argentino, o si prospera un nuevo mamaracho de escritorios en CONMEBOL puede que sea brasileño. En términos comparativos, los brasileños tomaron el lugar de los argentinos, los argentinos el de los uruguayos, y los uruguayos pasamos a mirar las finales por FOX.
Lo que se viene
La próxima edición de la Libertadores será la número 60, y está claro que para volver a tener el protagonismo perdido hay que cambiar las cosas.
Para cambiar la pisada hay que mejorar mucho de lo expuesto como causas de la sequía. Para eso se requiere un mayor profesionalismo, compromiso y humildad para reconocer que ya no se gana con el peso de la camiseta o porque el rival tenga nombre de un militar retirado de la zona del Pacífico.
Obdulio opina,
Obdulio son los Padres.
2 Comments