«La Final (más larga) del Mundo» – OBDULIO SON LOS PADRES

Cinco veces se prepararon los jugadores, hinchas y público futbolero para ver una de las series finales más postergadas de la Copa Libertadores de América, finalmente disputada en el Estadio del Real Madrid.

Obdulio, con la tranquilidad que da observar las cosas en el living de su casa y sin ser hincha de ninguno, se vió el partido y comparte con ustedes su comentario del River Plate vs Boca Jrs en la capital española.

Ambos equipos salieron en modo «peguemos la primera para marcar la cancha y después vemos». Los gestos de respeto y amabilidad entre los players en la previa al inicio mutó rápidamente al gesto adusto y la pierna fuerte (un poco de más) apenas el uruguayo Andrés Cunha ordenará el inicio del partido.

El árbitro permitió un exceso a cada uno sin reprimir con tarjeta, dio un par de rezongos, y tras la primer amarilla los jugadores liberaron tensiones y se dedicaron a tratar de jugar.

Hasta el minuto 20 más o menos el partido estuvo muy enredado. La disposición táctica de Boca, un poco más combativa con su 4-3-2-1, resultaba más efectiva que el 4-2-3-1 de River que no lograba el pretendido juego fluido en ataque.

La pelota volaba por el aire y el periodo de adaptación se volvía más largo de lo esperado.

Boca tuvo una muy clara en los pies de Pablo Pérez tras un córner, pero Armani tapó seguro en la línea del arco. Benedetto tenía otra en un tiro libre y Pérez fue bloqueado justo cuando tuvo el primero en el rebote.

River intentaba salir prolijo desde el fondo pero era Boca el que imponía condiciones con su intensidad en la marca. Andrada, el golero de Boca, no tuvo acción en todo el primer tiempo.

Cuando River logró arrimar peligro y dejar mal parado a Andrada, Boca recuperó la pelota, Nandez trasladó por el eje de la cancha, rápido y decidido metió un pase filtrado espectacular para Benedetto que no titubeó ante Armani y definió con un tiro al palo izquierdo.

Golazo. 1 a 0 y a cobrar.

Las ganas, la lucha y algunos destellos de calidad fue lo que se vio en la primera mitad.

Para el segundo tiempo River logró imponer su juego y logró quebrar la red defensiva de Boca, abriendo mejor la cancha y desgastando a los volantes rivales que debían correr más de la cuenta para recuperar la pelota.

Los DT movían el banco de suplentes. Mientras Barros Schelotto hacía cambios de pieza por pieza (Ábila por Benedetto), el de River Plate sacaba a Ponzio y ponía a Quintero, dejando sólo a Enzo Pérez como encargado de ordenar la marca en el medio, tarea que se le hacía cada vez más sencilla por el buen control de pelota de sus compañeros en ofensiva.

Gago ingresó para tener un poco más la pelota en Boca, logrando apenas la pausa para recibir otro ataque, mientras que Mayada entró para hacer un surco por derecha a puro desborde.

A los 68, una gran evolución a toques cortos y de primera dejaron a Pratto de cara al arco desguarnecido para poner el empate de River Plate, merecido a esa altura.

Otro golazo. Pelota al medio

En los últimos 20 se notó claramente lo que representaba el partido. La tensión, si pudiera ser materializada, se podía ver en cualquiera de los que estaban en el Bernabeu. Los nervios le ganaron la pulseada a la precisión y la técnica, y el final del partido encontró a los jugadores de Boca extenuados de tanto correr en procura de la pelota, y a los de River más frescos para el alargue que se venía sin más remedio.

Nandez, Buffarini y Barrios del lado de los xeneizes, Pérez, Ponzio (sustituido por Quintero) y Casco por el lado de los millonarios eran las caras del esfuerzo y la lucha, en un partido apasionante.

El árbitro soportó impermeable a innumerables protestas, insultos, gestos fuera de lugar, que en cualquier otro partido solucionaba con una amarilla. El uruguayo, entendiendo la situación, manejó el partido en «modo FIFA» y siempre esperaba un segundo más para tomar decisiones y no cortar todo rápido. Habrá tenido sus errores, pero a entender de Obdulio salvó con buena nota el match.

Por TV se escuchaba el ambiente festivo de los verdaderos partidos sudamericanos, con el color necesario. Gente con bufandas que incluían los nombres y colores de ambos equipos en la misma prenda convivieron perfectamente entre las hinchadas de uno y otro. Supongo que eran argentinos también.

Parece que cuando vamos a un lugar donde las reglas parecen estar más claras y uno sabe que si se porta mal «no se jode», todos podemos ser más tolerantes, o capaz que no estaban las personas que van a hacer su negocio (turbio), más que ir a ver un partido de fútbol.

La tarea para terminar con la violencia en el fútbol no es sencilla, porque la «cultura del aguante» está enquistada en ámbitos de la sociedad que exceden la cancha de fútbol.

Pero volvamos al partido que ya está en el alargue.

River tomó la iniciativa, casi como continuación de los 90 minutos, pero con más aplomo para manejar la pelota, comprendiendo que su rival estaba al límite de sus posibilidades.

Al minuto 2 del suplementario el juego se termina de quebrar. Barrios fue peligrosamente abajo cometiendo falta, y Cunha sin pudor le mostró su segunda roja. Boca se quedaba con 10 y sin volantes en el banco para compensar la falta de su número 5.

El primer chico terminó en empate por un tema de imprecisión en el último pase, y los jugadores de Boca que hacían todo el tiempo posible, viendo como única posibilidad de victoria la definición por penales.

El segundo chico fue pura adrenalina.

Buffarini estaba liquidado y River empezó a insistir por su sector, el derecho de la defensa. Un ataque por allí deriva en un centro que Andrada despeja con los puños hacia el centro, la pelota volvió a ser de River, que cambó el juego por derecha, le quedó a Quintero que controla y orienta en un sólo movimiento y saca un zurdazo inatajable.

2 a 1, y primer sorbo a la Copa, mientras Tévez y su DT miraban atónitos al borde de la cancha, cuando «el apache» estaba pronto para ingresar.

Gago intentando ir a buscar una pelota se lesiona y dejaba a su equipo con 9 que ya no tenía más cambios.

A River le faltó claridad en los últimos metros para liquidar el partido y a Boca le sobró corazón para mandarse arriba, incluso con su arquero, que desesperado iba a cada pelota aéra a tratar de imponer su enorme físico.

A los 120, Boca tuvo su última oportunidad, pero Armani resolvió con firmeza, sacando un contragolpe definitivo que Martínez remató para poner el tercer gol sin oposición alguna.