Hoy comparto un artículo escrito hace algún tiempo, cuando vivía en Uruguay y las oportunidades de trabajo aparecían de forma puntual llevándome a distintos lugares del país. Aquella tarde de Semana de Turismo en 2015 fue el disparador de la nota que viene a continuación.
Obdulio y el fútbol se toman un día de licencia, dando paso a otro de nuestros temas de interés.
PASEO COSTERO
Agosto de 2015.
Los paseos costeros (o marítimos), ramblas, costaneras o malecones son esos espacios que identificamos rápidamente al pensar en la transición entre el borde costero y la urbanización.
Quienes hemos vivido o estado alguna vez en la rambla de Montevideo probablemente la identifiquemos como la “postal” de la ciudad, o ese lugar emblemático que caracteriza a una ciudad especialmente por no tener, a mi entender, un edificio o monumento “emblema” como caracteriza a otras ciudades.
Ese concepto de “rambla” es sin duda nuestro parámetro de medida ante otras ciudades donde irremediablemente la comparación se torna inevitable. Desde la insólita situación de la sombra en playa Pocitos sobre las 15:00 horas, la preciosa rambla del Cerro sobre el Parque Vaz Ferreira o situaciones más “despejadas” como las que encontramos desde Buceo hasta Carrasco.
Como habrán leído en post anteriores, hace más de 8 años que vivo en Ciudad de la Costa, y su evolución urbana me ha provocado a ponerme frente al teclado y dedicarle unas líneas. De hecho, recientemente se ha inaugurado un tramo de casi 2km entre Solymar y Lagomar, y lentamente se extiende hacia el Este y Oeste de este sector (nota del autor de 2019: ese tramo referido en 2015 hoy en día se extiende en casi toda la ciudad, desde Shangrilá hasta El Pinar).
Sin embargo, el disparador para escribir un nuevo post no es precisamente la rambla de Montevideo, Ciudad de la Costa o Piriápolis.
En Abril de este año tuve la posibilidad a través de mi trabajo de conocer una ciudad a la que no había ido nunca. Salí bien temprano en la mañana con el recorrido aprendido la noche anterior (no soy de usar GPS, prefiero ver el mapa previamente y luego descubrir la situación en el lugar), y partí hacia allí con la idea de llegar en el entorno de las 10:30hs.
Entrar a la ciudad fue muy similar al ingreso a cualquier otra del interior de nuestro país. El plano en “damero” de las calles era exactamente igual a cualquier otra, y su plaza principal respetaba en buena medida lo dictado por las Leyes de Indias con las que se erigieron ciudades en toda Latinoamérica en la época de la Colonia y posteriores fundaciones.
Me llamó la atención el poco movimiento que había en la Plaza, especialmente tratándose de un jueves de Semana de Turismo.
Efectivamente había llegado alrededor de las 10:30hs así que pude adelantar trabajo por la mañana y llegó la hora del almuerzo, donde aprovecharía para ir a la rambla. Sabía de la buena fama del paseo costero de esta ciudad, pero me encontré sin dudas con uno de los más lindos que he visto: La rambla de Mercedes.
La cuadrícula de la ciudad y las calles angostas dejan paso a un hermoso paseo sobre el Río Negro. Allí entendí porque la Plaza había perdido su protagonismo.
Llegar desde la ciudad implica tener un panorama elevado a nivel de perspectiva, por lo que el paisaje del río y el paseo se torna espectacular. Las casas que bordean este espacio, sin dudas son de las más lindas.
Previo al borde costero, nos encontramos con un sector previo que tendrá un ancho de 40 a 50 metros de parque lineal que va en paralelo a la rambla, y compone un sistema parque + rambla + río que lo hacen realmente atractivo.
El verde, el pavimento seco, las esculturas, la avenida y el paseo costero se combinan en un equilibrio sorprendente.
Ese mediodía estaba particularmente hermoso, con un clima agradable. El paisaje se combinaba con barras de amigos conversando y tomando mate, familias que improvisaban un picnic tempranero y chiquilines que aprovechaban el momento para jugar un ratito a la pelota mientras imaginaban hacer goles como Forlán o evitarlos como Muslera. Se podría decir que todos los habitantes de Mercedes estaban allí.
El borde costero ofrece un paisaje espectacular, enmarcado por árboles nativos y el movimiento del río. La tranquilidad y el silencio, pese al paso de algunos autos y motos reinaba en el entorno.
Su recorrido no es extenso (en el entorno de los 2km), pero en ese trayecto se notaba el orgullo de sus habitantes por cuidar su lugar. Su inauguración fue hace un poco más de 100 años y es conocido como “El altar de Hum”. (“Hum” es el nombre con que los indígenas llamaban al Río Negro).
Algunos muelles ofrecen sus instalaciones para pescadores, y dos o tres parrilladas se “meten” en el agua para el deleite de los comensales además del club de remeros, que es la única construcción de gran porte sobre el lado del agua.
La amplitud entre la costa y la primer línea de construcciones es suficiente como para estar en un espacio que por momentos nos hace olvidar que existe una ciudad al lado a la que en minutos habrá que volver.
Sin dudas que fue una de las visitas más agradables que me tocó realizar este año, y la quería compartir. Una jornada de trabajo rutinario se transformó en un disfrute.
Los lugares representativos de una ciudad se pueden encontrar en un edificio, una esquina, un monumento o un espacio de estas características a mayor o menor escala.
Para encontrarlos bastará bajar la velocidad, observar el entorno y girar la vista treinta grados.
Autor: Arq. Pablo Martínez
Obdulio arquitectónico,
Obdulio son los Padres
La nota original fue publicada en https://arqpablomartinez.wordpress.com/2015/08/18/paseo-costero/
Las imágenes que ilustran este post en la ciudad de Mercedes son todas de mi autoría. Se aclara la autoría de la foto de la rambla de Montevideo en la propia imagen.