Moacir Barbosa es recordado por todos como el arquero de Brasil en la final de Maracaná. Aquella tarde del 16 de Julio decidió adelantarse a la jugada, similar a la del primer gol de Uruguay, y dio el paso fatal que aprovechó Ghiggia anotando el segundo gol uruguayo.
El mismo error lo cometió Ramallets, el gran arquero español, que previendo el pase de la muerte (igualito que Barbosa), dejó el hueco para el puntero uruguayo, que como haría días más tarde la puso entre el palo y el golero.
Pero a Ramallets ese partido le costó tan solo un par de costillas. Los delanteros uruguayos se chocaron más de una vez con el fenómeno español que se jugaba en cada mano a mano.
BARBOSA
“La noche esta de luto
La fiesta terminó
El mundo no comprende que paso
Con el campeón”
Este arquero nacido en 1929, jugó todos los partidos de la Copa de 1950. No era el prototipo de los arqueros que conocemos hoy, pues apenas si llegaba al 1.80m, sin embargo, su capacidad atlética era envidiable.
“Llegué a tocarla y creí que había desviado el tiro, pero escuché el silencio del estadio y me tuve que armar de valor para mirar hacia atrás. Cuando me di cuenta de que la pelota estaba dentro, un frío paralizante recorrió todo mi cuerpo y sentí de inmediato la mirada de todo el estadio sobre mí”
Fue campeón carioca en 5 oportunidades con el Vasco da Gama, equipo que lo fichó luego de sus grandes actuaciones en el Ypiranga. En 1949 fue el primer arquero de raza negra en jugar por la selección brasileña (que en esa época no era “verdeamarelha”, era blanca), siendo campeón de la Copa América del 49.
Al Mundial 54 no fue por una fractura de rodilla, pero nada le impidió seguir jugando hasta los 42 años, completando 22 años de carrera y más de 1200 partidos en primera. Fue internacional con Brasil en 17 oportunidades.
“En Brasil, la pena máxima para un crimen es de 30 años de cárcel. Hace 43 años que pago por un crimen que no cometí”.
Esta frase la dijo Barbosa en 1993, cuando supuestamente no se le permitió ingresar a la concentración de la selección de Brasil, por mufa.
“Un viejo vaga solo
La gente sin piedad
Señala su fantasma sin edad
Por la ciudad”
Apenas terminado el partido, dos jugadores fueron señalados como los máximos responsables de la derrota: Bigode y Juvenal. El primero seguramente tuvo pesadillas con Ghiggia, a quien no pudo parar en todo el partido, el segundo, no llegó a las coberturas en los goles y cuentan por ahí que la noche previa se fue de copas y que sólo jugó porque el suplente no estaba en condiciones.
Ghiggia, el verdugo, jamás apuntó al arquero como responsable de los goles.
“Le pedía a Julio Pérez que me la pasara larga, porque sabía que yo era más ligero que Bigode”. “Todos señalan como responsable a Barbosa, pero yo volví loco a Bigode”.
Pero la voz del verdugo nunca fue escuchada por los brasileños. La condena estaba lista para Moacir, y la pagó el resto de su vida: terminó trabajando en Maracaná, y le contaba a los turistas como fue vencido una y otra vez por el veloz puntero uruguayo.
En 1963 los arcos de Maracaná fueron cambiados por orden de FIFA, y al jefe de Barbosa no se le ocurrió mejor idea que regalarle los palos.
Barbosa los aceptó y se los llevó para la casa. Seguramente creyó que si los prendía fuego el hechizo que provocó su desgracia desaparecería para siempre. Es así que agarró un hacha, partió las maderas, y aprovechó las brasas para hacerse un asado*.
Cuentan que las llamas se veían desde buena parte del vecindario.
En realidad no se si se hizo un asado, pero si lo que se cuenta en un par de libros es cierto, la anécdota sería redonda.
Tras su muerte en el año 2000, el famoso periodista deportivo Armando Nogueira se refirió a él de la siguiente manera:
“Fue la persona más maltratada de la historia del fútbol brasileño. Era un arquero magistral. Hacía milagros, desviando con mano cambiada pelotas envenenadas. El gol de Ghiggia, en la final de la Copa de 1950, le cayó como una maldición. Cuanto más pasa el tiempo, más lo absuelvo”.
“Cuida los palos Barbosa
Del arco del Brasil
La condena de Maracaná
Se paga hasta morir”
“Quema los palos Barbosa
Del arco del Brasil
La condena del Maracaná
Se paga hasta morir”
Si me dicen que la frase “el puesto más ingrato es el de arquero” fue creada en honor a Barbosa, no dudaría en creerlo.
Obdulio no ataja con guantes,
Obdulio son los Padres
Obdulio cita sus fuentes
El cantante y compositor Tabaré Cardozo compuso la canción llamada “Barbosa” e ilustra tramos de este post.
*La referencia a los palos quemados de Maracaná se cuentan en “Barbosa, de Roberto Muylaert, y Queimando as traves do 50, de Bruno Freitas”.
Categorías:Especiales de Obdulio, Sobre la Copa del Mundo
Muy buena y emotiva nota… puesto ingrato el del golero
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