Luego de los partidos de Uruguay y los comentarios pertinentes nos tomamos un descanso de fútbol.
Este post fue uno de mis primeros intentos de escribir públicamente sobre arquitectura (en realidad sobre cualquier tema), con la premisa de evitar el lenguaje técnico.
Pasaron más de cinco años, y comparto nuevamente este artículo sobre Eladio Dieste, en una versión corregida y ampliada.
DESDE LA TRIBUNA
Los primeros calores de 1991 comenzaban a llegar y la remerita debajo de la musculosa ya no era necesaria para enfrentar las frías mañanas de basquetbol. Mi equipo, El Tanque Sisley, enfrentaba uno de sus últimos partidos por la última ronda del campeonato y Atenas era el rival de turno.
El calentamiento predecía una mañana de mano caliente, como pocas. La cancha, de las 2 ó 3 en la división que ofrecían parquet y gimnasio cerrado, eran todo un estímulo. No recuerdo por qué Atenas estaba en tercera.
A pocos minutos de comenzar, un llamado de la mesa frustró una entretenida mañana deportiva: “El número 15 tiene la ficha médica vencida”, aseguró un delegado en la mesa de control.
Luego de verificar el problema y mirar feo al dirigente responsable de esos menesteres, el DT Daniel, le comunicaba a un compañero que había quedado fuera del plantel que debía empezar el calentamiento.
Me fui muy molesto a la tribuna a mirar el partido.
Rápidamente, mi vista comenzó a observar las virtudes del gimnasio cerrado y la detuve un buen rato en el techo. Me preguntaba cómo podría hacerse un techo tan lindo y todo de ladrillos con esa forma y sin caerse.
A los 12 años, ser arquitecto no estaba entre las preferencias de profesiones futuras y mis observaciones no eran muy técnicas que digamos. Lo cierto es que ese techo quedó grabado en mi memoria.
Tal vez asociado a ese partido en que no pude jugar, fue que empecé a conocer la obra de Eladio Dieste.

Pensar en Dieste, llena de sensaciones la imaginación de cualquier conocedor de su obra. Las tonalidades del ladrillo, las texturas rugosas y las formas curvas, establecen rápidamente una composición de lugar ineludible.

Detrás del recurso de la cerámica armada, existe un minucioso y extenso estudio de la técnica, donde se incorpora un trabajo en equipo importante. Desde los calculistas que aportan su conocimiento técnico, hasta los operarios y albañiles que con sus manos hacen posible la ejecución de la obra.

Los programas ejecutados son de lo más variado: Iglesias, depósitos, gimnasios, shoppings, estaciones de servicio, etc. Cada uno tiene sus peculiaridades, su personalidad propia.
La materialidad, se integra a su entorno tanto en su ejecución como en su inserción al medio.

El manejo de la luz y el uso del ladrillo, permite combinaciones de una calidad estética muy particular, que son independientes al destino del edificio.
La resolución, en muchos casos desafía a la gravedad.
Dieste nació en Artigas, pero en Salto se lo homenajea a la entrada de la ciudad resumiendo su obra de una manera contundente.
Eladio Dieste trascendió fronteras, y creó un estilo de arquitectura único. Se adaptó a su entorno, lo llevó al plano de las matemáticas, una rama del conocimiento que parece fría y distante para muchos. Sin embargo, sus fórmulas se materializan y viajan onduladas por distintos puntos de Uruguay y el mundo.
Para conocer su obra no hay que viajar muchos kilómetros ni buscar en revistas o webs especializadas de arquitectura o ingenienría. Alcanzará con recorrer nuestro territorio, prestar atención al entorno, y en el lugar menos pensado probablemente nos encontremos con su obra.
Arq. Pablo Martínez
El post fue escrito originalmente en Enero de 2014 y publicado en http://arqpablomartinez.blogspot.com/2014/01/desde-la-tribuna.html