Han pasado algunos días desde la eliminación y es tiempo de revisar la actuación de Uruguay, que llegó como uno de los equipos con mejores perspectivas en el torneo y se fue eliminado por penales contra un equipo al que le avisaron que había clasificado mientras armaban las valijas para volverse a casa, y que no le pateó al arco durante 90 minutos (ese era el panorama de Perú antes de su actual condición de finalista).
Explicar si algo fracasó o no, a mi entender, se basa en el peso de las expectativas previas contra el resultado final. Puede ser una visión muy simple de las cosas, pero estoy reflexionando sobre fútbol no sobre las políticas de Estado en educación de un país.
Desde la perspectiva de quien ve todo desde afuera y tratando de opinar sobre lo que pasa en la cancha mirando el juego por TV, la actuación de Uruguay en la Copa América no logró colmar las expectativas, que en este torneo eran las más altas.
Si reconocemos que nuestra selección se ha ganado un lugar entre la elite del fútbol en base a un gran esfuerzo de organización, orden y por supuesto, tono de competencia deportiva, cualquier resultado menor a ser semifinalista no debería ser aceptable para las expectativas de Uruguay.
¿En qué me baso para decir esto?
En los antecedentes inmediatos de la selección y en la participación histórica de Uruguay en la Copa América.
En lo que respecta a lo inmediato, Uruguay venía de obtener el 5to puesto en el Mundial de Rusia 2018, siendo el mejor equipo Latinoamericano de la competencia, contando con las mismas individualidades desnivelantes y mayor rodaje de las figuras jóvenes que han surgido, conformando una base sólida y confiable para el torneo.
De hecho, el 4 a 0 a Ecuador alimentó más esta sensación de solidez y en plena competencia puso a La Celeste como candidato a la definición.
En cuanto al papel histórico de Uruguay, ya vimos claramente el protagonismo que ha tenido La Celeste en este torneo (Obdulio escribió unos cuantos posts al respecto), incluso en épocas de escasez a nivel de participaciones en Mundiales (un rejunte sub23 en 1999 logró el vicecampeonato en Paraguay eliminando al local en Cuartos de Final, por decir uno de los varios ejemplos que hay para demostrar este punto).
Decir en lo previo que Uruguay no estaba para definir la Copa, sería no reconocer lo bueno que se ha hecho en estos años y el plantel con que se dispuso para la competencia. Si Ud. entiende que tiene material con los que pelear un objetivo, cualquiera sea este, no debe ruborizarse a la hora de decir que pretende llegar a lo más alto.
A veces no se tiene suerte en los cruces, como nos pasó en 2011 y 2015 que nos tocó el local en cuartos de final (una ganada y otra perdida), pero si Uruguay terminó primero en su grupo, y fue eliminado por un equipo que terminó tercero y goleado 5-0 en la última fecha, no hay mucha vuelta para darle y decir que el resultado a nivel deportivo fue un fracaso.
El resto de explicaciones que se le quiera dar, como «nos anularon tres goles por el VAR», «la diferencia fue un penal» o algunas un poquito más rebuscadas, parientes de la soberbia disfrazada de humildad, tales como «hicieron todo lo posible para que no llegáramos» o «nos afanaron porque nos tienen miedo», caen fuera del análisis objetivo de los resultados.
Para terminar, Obdulio les presenta aspectos que a su entender han mejorado y otros a corregir en la selección uruguaya, sobre el entendido que el camino elegido para su conducción general es el correcto.
A CORREGIR:
El juego por las bandas:
Insistir con volantes fuera de puesto conspira contra cualquier intento de desborde. Lodeiro, Giorgian y Nandez no le aportan al equipo más que a alguien molestando a los rivales cuando atacan, y la puteada sencilla de los hinchas que vemos como le ponen ganas, pero no son para ese puesto en partidos exigentes (contra Panamá en un partido de despedida o contra la poderosa selección de Tailandia se lucieron).
Lateral izquierdo se busca:
La lesión de Laxalt armó tremendo lio en el 11 inicial, relegando al suplente natural a ver todos los partidos desde el banco. Propongo para la próxima sortear el lugar de Saracchi para algún jugador del medio local, que tampoco va a jugar, pero al menos pega un viaje y cobra un viático.
La vestimenta de Muslera:
¿Pensaban que no lo iba a mencionar? Quise ponerlo en el punto número 1 pero se me activó el sentido del pudor.
El recambio en ataque:
Está claro que mientras estén sanos Cavani y Suárez son titulares indiscutidos. Pero parece excesivo que jueguen los 90 minutos de todos los partidos, incluso en aquellos que están liquidados o que no tienen relevancia, y luego puede provocar la lesión de alguno de ellos en partidos definitorios (por ejemplo, el partido contra Rusia en el Mundial).
Si vamos a llevar a pasear a 3 delanteros, o ponerlos para patear un penal, insisto con sortear entre jugadores del medio local (en lo posible que no sean de los cuadros grandes, así hay más chances de llevar a Macaluso).
El platinado de Lodeiro:
Por primera vez Obdulio trató de justificar su presencia en la cancha, defenderlo un poco al decir que jugaba fuera de puesto y él se apareció con tamaña terrajada. Obdulio le puso onda, pero con ese pelo su puntaje arrancaba en -3.
La carencia de variantes:
Uruguay jugó casi con el mismo equipo sus cuatro partidos, y en el partido que definía algo el único cambio propuesto fue un volante de marca que venía de estar enfermo 2 días. Hay una base casi inamovible tanto en nombres como en sistema táctico. Los cambios generalmente son por lesión o por Lodeiro.
LO POSITIVO:
La nueva dupla de volantes centrales:
Dos muchachos que juegan casi sin despeinarse, se la dan siempre a los compañeros y marcan con una técnica impropia de volantes uruguayos. Lo mejor, es que tienen tan solo 21 y 22 años.
Aclaremos que jugaron juntos sólo porque se lesionó un volante que es titular inamovible y el otro que entra seguido se enfermó. Habría que tomar en cuenta esta señal de los Dioses del Fútbol que los quieren ver más tiempo jugando juntos a Bentancur y Valverde.
Otra vez Josema:
Con 24 años tiene casi 50 partidos con la celeste en el pecho, garantizando esa transición que existe en los zagueros centrales de Uruguay que excede al proceso de Tabárez.
El posicionamiento en la cancha:
No se vio a Uruguay defendiendo los 90 minutos, sin saber que hacer cuando tiene la pelota, apostando a un pelotazo salvador que encontrara a los muchachos de ataque. Por el contrario, se intentó cuidar la pelota y llevarla con prolijidad al ataque, con las citadas carencias de desborde.
Veremos que pasa cuando juguemos contra equipos de mejor nivel por puntos importantes para ser contundentes en este tema de la postura en el campo.
El proceso ha tenido cosas muy buenas, pero a nivel de resultados objetivos ha fallado en competencias que están a su alcance como la Copa América. Nadie pide ganar el Mundial con autoridad cuando hay más potencias en la vuelta, pero luego de 13 años de trabajo, además de promover juveniles y consolidar un plantel con jugadores de calidad, lo menos que se le debe pedir es que definan los torneos.
No me olvido de la Copa que se ganó en 2011, pero ya se jugaron otras tres y en ninguna entramos entre los cuatro mejores.
Los campeonatos de fútbol son una competencia deportiva donde el objetivo principal debe ser ganar, no solo demostrar que se compite y se sabe perder.
Es saludable la crítica, y lo bueno es que los primeros en reconocer el mal resultado son los integrantes del cuerpo técnico y los jugadores, pese a el mal humor del DT cuando se le pregunta lo que no le gusta, pero se toma su tiempo cuando algún periodista extranjero le pasa la mano por el lomo y lo califica como leyenda.
Las cosas mejoran cuando no se estancan en la autocomplacencia, creyendo que lo nuestro no puede mejorar «porque somos chiquitos», «porque llegamos con lo justo» o «porque competimos contra potencias que tienen más que nosotros».
El fútbol es parte de la cultura de nuestro país gracias a los éxitos deportivos de los pioneros y sus continuadores a lo largo del tiempo. Querer ganar siempre es lo que nos ha permitido plantarnos ante potencias mundiales, presentarle dificultades y de vez en cuando conseguir los resultados.
No hay que tener pudor en decir que se fracasó en esta copa. La vigencia de los proyectos se muestra en los campeonatos, y esta vez, como en las 2 ediciones anteriores, nos fuimos de la fiesta antes que se cortara la torta.
Obdulio opina,
Obdulio son los Padres