Cuando Obdulio recibe un mensaje en su casilla de correo del blog suele contestar él mismo sin la ayuda de quien escribe todos éstos post en su nombre. Hace un tiempo recibió un mensaje de Vincenzo, un italiano hincha del AC Milan que vive en Barcelona y que tiene su blog donde escribe sobre fútbol.
Ni lerdo ni perezoso Obdulio le preguntó si se animaba a escribir unas líneas sobre uno de los grandes ídolos del Milan: Juan Alberto Schiaffino. No dudaba que el italiano iba a aceptar, y no se equivocó.

A modo de introducción, Odulio les cuenta que el «10» surgido en Peñarol y campeón del mundo con Uruguay en 1950 jugó 171 partidos y convirtió 60 goles con la camiseta del Milan. Dejó una huella que se recuerda hasta nuestros días por cualquier hincha de ese club que lo tiene entre sus principales leyendas.
JUAN ALBERTO SCHIAFFINO, EL ELEGANTE.
Por Vincenzo Delre, desde Barcelona
La historia de Juan Alberto es muy diferente a la de futbolistas que vemos hoy en día, muchachos muy jóvenes con menos de cien partidos en primera división que vienen catapultados en ligas más blasonadas.
Antes de llegar al A.C. Milan, el Pepe ya lo había ganado todo en Uruguay y en el mundo. Tuvo la suerte de encantar con su fútbol miles de apasionados y expresó en plenitud la maestría de su juego anacrónicamente a los acontecimientos bélicos que destrozaban el mundo.

La guerra había devastado muchas ciudades y cuando por fin terminó, Milan se preparaba para construir lo que será el motor industrial de Italia durante muchos años. Durante estos años de reconstrucción, la llegada del Pepe fue un naranjo en flor para el A.C. Milan.
La reconstrucción del A.C. Milan fue obra del nuevo presidente del club, que permitió la llegada de Schiaffino y de Cesare Maldini. El Pepe no tardó en hablar el mismo idioma de sus compañeros, en la cancha y afuera. Más bien, fueron sus compañeros a aprender el idioma del Pepe. El «elegante» le decían, pudo ordenar las ideas de aquel equipo y mejorar todos sus compañeros, inclusive los mejores como Nordhal.

Fue así que se armó tremendo equipo, gracias a las geometrías sagradas del Pepe. Su velocidad en la gambeta era más rápida de la velocidad mental de muchos otros jugadores, identificaba inmediatamente por donde atacar, por donde hacer un farol y abrir la puerta del hogar abandonado y posteriormente gritar un gol.
Eso hacen los genios, mejoran el equipo entero, iluminan las zonas oscuras de la cancha para sacar provecho de ellas, ven cosas que otros no hubieran podido pensar y las plasman en realidad. En aquella primera temporada de Pepe, el Milan ganó el Scudetto con la mejor defensa y la mejor delantera. La recostrucción soplaba como un viento fresco con olor a naranjo en flor.
Un saludo futbolero desde el otro lado del charco
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Si tienen ganas de leer otros post de Vincenzo pueden entrar a su blog escrito en español e italiano https://erafuorigioco.wordpress.com
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