Equipos memorables: Los magiares mágicos y su ¿fútbol socialista?

Cuando se habla de revoluciones tácticas en el fútbol los que estamos empezando a peinar alguna cana contestamos (casi) sin dudar el equipo de Holanda del Mundial 1974, más conocido como «la naranja mecánica».

Sin embargo, hubo un equipo que rompió todos los esquemas en la década del 50, ganó los juegos olímpicos del 52 y al igual que Holanda perdió la final contra una de las selecciones frente a las que se debe dar examen para ser grande: Alemania.

El post de hoy está dedicado a «los magiares mágicos» o «el equipo de oro» de Hungría de los 50s.

La Segunda Guerra Mundial terminaba y luego de un breve período de pluripartidismo en agosto del 49 pasó a un régimen socialista, cambiando incluso su nombre a «República Popular de Hungría». Esta grosera contextualización me sirve para explicar que entre otras cosas, el nuevo régimen estatizó el fútbol y se repartió los equipos entre las distintas oficinas estatales.

Imagine Ud que el Ministerio del Interior queda a cargo de Defensor Sporting o que la selección uruguaya sea dirigida por el Minsitro de Deportes. Pues eso pasó en Hungría porque Guzstav Sebes, Ministro de Deportes fue el encargado de convencer al gobierno de que su plan para tener una selección competitiva era una buena idea. Cuando las naciones del lado oriental de la cortina de hierro participaban en alguna competencia internacional era para demostrar superioridad, en una época donde se competía con occidente hasta por el mejor estibador de cajas en el puerto.

Guzstav Sebes

La escuela húngara de entrenadores ya era famosa alrededor del mundo y por el Río de la Plata dejó su huella. Imre Hirsch, más conocido en nuestras tierras como «Emérico» Hirsch hizo historia en Argentina durante los años treinta y mientras Sebes armaba el equipo de oro húngaro don Emérico hacía de las suyas en Uruguay con la Máquina del 49 de Peñarol.

Otro entrenador, Bella Gutmann, fue gran influencia en el fútbol brasileño tras su paso por San Pablo en 1957 y germinó la semilla del 4-2-4 esbozada por Sebes con los magiares y fue una de los cambios del Brasil campeón del Mundial de 1958 (capaz que tener a un garoto apodado «Pelé» ayudó un poquito también). Antes que algún manya me salte a la yugular, Gutmann fue técnico del carbonero y llegó a la final de la Libertadores 62 además de ser campeón uruguayo.

Volviendo a Hungría, Sebes basó su estrategia en la exitosa selección austríaca de los años treinta, que entre otras cosas tenía como premisa tener varios jugadores procedentes de un mismo equipo. Es así que el MTK y el Kispest de Budapest, actual Honved FC, fueron la base de un equipo que dominó durante un lustro el fútbol europeo.

El sistema utilizado revolucionó los cánones europeos que jugaban con la formación «WM», es decir cinco delanteros, 2 volantes y tres defensas, pasando a una suerte de 4-2-4 adelantando a dos jugadores que por lo generar eran los armadores del fútbol para definirlos: Sandor Kocsis y un tal Ferenc Puskas.

El equipo de oro base. Parados: Gyula Lóránt, Jenő Buzánszky, Nándor Hidegkuti, Sándor Kocsis, József Zakariás, Zoltán Czibor, József Bozsik, László Budai. Agachados: Mihály Lantos, Ferenc Puskás, Gyula Grosics

Con esos movimientos en el dibujo táctico, un trabajo físico importante y la premisa del «fútbol total» (prototipo del empleado por Holanda en 1974), los húngaros iban al frente en cada partido y se encargaban de hacerte todos los goles posibles, así disimular los posibles calores en defensa.

Este fútbol «horizontal», donde todos tenían responsabilidades defensivas y ofensivas, también fue catalogado como «socialista». De alguna manera la propaganda (en su más básica definición) debía ser efectiva y trasladarse a cuestiones bien básicas como una cancha de fútbol para que el mensaje llegara fuerte y claro.

El oro olímpico en los Juegos de Helsinki logró llamar la atención de los ingleses, que cuando alguna selección se destacaba ellos los invitaban a medir fuerzas en casa como para enseñarle cuantos pares son tres botas.

Pero los ingleses se llevaron uno de los tantos revolcones de su historia.

En junio de 1953 desafiaron a Uruguay en el Estadio Centenario y se volvieron por el Atlántico con un aleccionador 2-1 en contra, sin embargo los húngaros se lucieron y en Wembley se despacharon con un contundente 6 a 3 el 25 de noviembre de ese año, la primera derrota de local de Inglaterra contra un equipo no británico.

Uno de los goles de Hungría en Budapest. Se puso muy nervioso Puskas para definir

Aquella victoria contundente fue catalogada como «el partido del siglo». Según los periodistas uruguayos ese calificativo lo adquirió la semifinal contra nuestro combinado en el Mundial de Suiza, sin embargo cuando uno sale de las fronteras de la Banda Oriental se encuentra con que a nivel internacional nadie lo registra así. Cosas que pasan.

La revancha de aquel juego fue en Budapest, y por si seis goles no fueron suficiente, en mayo del 54 el resultado fue 7-1.

Con ese viento en la camiseta y un invicto de más de 30 partidos se fueron a jugar el Mundial de Suiza 1954 con la chapa de candidatos.

El debut fue más que auspicioso con un 8-3 sobre Alemania Federal que volvía a los mundiales tras la suspensión de la posguerra. En la serie redondeó su clasificación con otro contundente 9 a 0 sobre Corea del Sur. El grupo lo completaba Turquía pero vaya uno saber por qué no jugaron. Tampoco entiendo por qué Alemania jugó dos partidos contra Turquía (el primero lo ganaron los alemanes 4 a 1 y hubo un desempate por el segundo puesto que lo ganaron 7 a 2).

Genios de los calendarios mundialistas los hubo siempre.

En el partido de Cuartos de Final lo esperaba Brasil que había sido primero sobre Yugoslavia, Francia y México (en aquella época las heladeras no funcionaban para los sorteos).

Ese match fue llamado por Arthur Ellis, periodista inglés, como «La Batalla de Berna». Un título elegante para describir un juego donde se mataron a patadas. Los ingleses tal vez no son tan exitosos en el fútbol pero dan en el clavo con los titulares de las noticias.

Hungría ganó 4 a 2 pero terminó con dos expulsados, uno de ellos Ferenc Puskas, que se perdió las semis con Uruguay por tener buena puntería (le tiró un botellazo al volante brasileño Didi, acertando en la cabeza).

Uruguay había ganado su grupo sin sobresaltos (2 a 0 vs Checoslovaquia y 7 a 0 vs Escocia), y pasó a las semifinales luego de ganarle a Inglaterra 4 a 2.

Los húngaros nos ganaron en el alargue 4 a 2 y sellaron el pase a la final contra la selección que golearon en el debut: Alemania.

Quienes fueron a la final y entraron un poco tarde se perdieron casi todos los goles porque a los 6 y 8 minutos los húngaros se pusieron en ventaja 2-0 y entre el 10 y el 18 los alemanes empataron el partido.

A diferencia del partido de la serie, Alemania alineó un equipo diferente y cuentan las malas lenguas que los muchachos parecían ser ayudados por los efectos de algún estimulante. Esto obviamente nunca fue demostrado y tal vez haya sido alguna de las excusas que el bueno de Sebes tuvo que poner sobre la mesa para explicarle a la muchachada del régimen por qué se les escapó aquella final a los 84 minutos con gol de Helmut Rahn.

Después del Mundial los «magiares mágicos» siguieron desparramando talento por los fields europeos logrando un invicto de 18 partidos, pero el estallido social de 1956 contra el gobierno en Hungría terminó con mucha gente en la diáspora.

Puskas, Kocsis y Czibor se quedaron en España tras un partido en Bilbao y no volvieron a su país, reiniciando sus carreras. Czibor desplegó su talento por Roma, Barcelona y Espanyol, Koczis por el fútbol suizo y Barcelona, mientras que Puskas para no andar olvidando mucho los regímenes totalitarios se fue a jugar al equipo de Franco y brilló desde 1958 a 1966 en el Real Madrid que ganó cinco copas europeas (la actual Champions League).

Hungría jamás volvió a repetir el éxito de aquel equipo de oro y pasó a ser de esas selecciones recordadas por una generación o algún buen campeonato.

No hay discusión sobre el hecho que fue un equipo que cambió la forma de jugar al fútbol en el mundo, tuvo su momento de fama y por eso no podía faltar en este informe de Obdulio son los Padres.

Obdulio juega 4-3-3,

Obdulio son los Padres

Equipos Memorables: La Naranja Mecánica

Si quieren ver algo más de este informe con datos y algún video extra, Obdulio les recomienda el video que hizo su escriba para su canal de YouTube. No se lo pierdan

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