Historias de la Copa del Mundo
El Mundial de Chile 1962 fue de los más violentos en la historia de esta competencia.
En aquellos tiempos el «siga siga» estaba de moda y los árbitros permitían excesos que hoy escandalizarían al zaguero más recio de la liga paraguaya.
Para dar un ejemplo introductorio, el defensor soviético Eduard Dubinski recibió un golpe mientras la pelota se jugaba por otro lado de parte de Mujic, delantero de la selección de Yugoslavia, que le provocó fractura de tibia y peroné, así, sin más.
La lesión mal curada le provocó con el tiempo un tumor maligno, amputación y la muerte del jugador a los 34 años de edad. Completo el asunto.
Pero no solo se pegaron codazos, patadas y golpes de puño.
Viajar a Sudamérica no fue solo una carga para los jugadores que participaron del Mundial de 1930 o 1950, sino que para algunos periodistas parece que ir a cubrir este evento a Chile fue más un castigo que un premio.
Antonio Ghirelli y Conrado Pizzirelli, del diario boloñés «Il resto del Carlino» (da para hacer una película de mafiosos con ese nombre) le sacaron humo a la máquina de escribir con una crónica llamada «i confini del mondo: l’infinita tristezza della capitale cilena»
«Dicen que Santiago se parece a Turín. Y ello tal vez para tratar de hacer olvidar la realidad de ésta capital, que es el símbolo triste de uno de los países subdesarrollados del mundo y afligido por todos los males posibles: desnutrición, prostitución, analfabetismo, alcoholismo, miseria… Bajo estos aspectos Chile es terrible y Santiago su más doliente expresión, tan doliente que pierde en ello sus características de ciudad anónima. Este país y su gente están orgullosamente miserables y retrasados.»
No escatimaron en adjetivos los muchachos.
Tampoco parecieron tener muy claro el sentido de la oportunidad, pues Italia estaba en el grupo de Chile y días más tarde, el 2 de junio, se enfrentarían en la Fase de Grupos de la Copa del Mundo.
En tiempos donde las disculpas no se publicaban en Twitter, la selección italiana salió al campo de juego dispuesta a buscar el perdón por los dichos de sus compatriotas portando flores y ofreciéndoselas al público presente.
Las flores lanzadas a la tribuna fueron devueltas más rápidas que las Ferraris de Arturo Vidal, y con un clima de pocos amigos el árbitro inglés Ken Aston (que se estaría preguntando por qué no siguió la carrera de empleado bancario de su padre), dio inicio al festival de patadas.
Creo que una mejor idea pudo haber sido una declaración del capitán diciendo que él tenía un amigo chileno.

La primera llegó a los doce segundos (sí, segundos) y ya estaban revolcando a un tano por el piso.
A los siete minutos de juego Giorgio Ferrini anduvo devolviendo gentilezas y lo invitaron a retirarse de la cancha. El hombre se negó y tuvieron que venir los policías chilenos (que les gusta más un arresto con resistencia que dirigir el tránsito) para sacarlo a palazo limpio.
Por mucho menos que eso el «Charly» Batista se fue expulsado al minuto de juego contra Escocia en México 86.

El momento tragicómico del partido se dio en el último cuarto de hora del primer tiempo cuando Leonel Sánchez y Mario David se agarraron a las piñas cerca del banderín del córner sin consecuencias para ninguno de los dos, más allá de los golpes recibidos.
Se ve que al tano no le fue muy bien en ese mano a mano (el chileno era hijo de un campeón de boxeo, así que seguro movía bien las manos), y se la agarró a los 41 minutos de juego otra vez con Sánchez aplicándole una patada voladora por la espalda.

Ahí el juez no tuvo más remedio que invitarlo a retirarse de la cancha mientras deseaba que se terminara ese primer tiempo de una buena vez por todas.
Ya con nueve jugadores los italianos no fueron rival para Chile que anotó sus dos goles para ganar el partido 2 a 0 y eliminar a los europeos de la competencia.

Las crónicas del partido desde el lado italiano apuntaron al «salvajismo» y «canivalismo» de los futbolistas chilenos y la pésima actuación del juez.
La reacción de la FIFA fue contundente, y palabras más o menos, le pidió a los árbitros que no favorezcan más al local y que sean más severos en sus decisiones.
Al fin y al cabo, ya habían pasado a cuartos de final, ahora que se lo ganen en la cancha.
Pese a todo este desastre cuentan que Leonel Sánchez y Marco David coincidieron brevemente en el AC Milan y se hicieron grandes amigos.
Ken Aston reconoció que por su mente pasó la idea de suspender el partido, que más que un evento deportivo parecía una batalla militar. Sin embargo, su instinto de supervivencia le aconsejó seguir el match por temor a una invasión al campo de juego de los hinchas que además de goles pedían por el cuello de los players vestidos de azul.
Tiempo más tarde, el árbitro inglés fue el creador de las tarjetas amarilla y roja, para facilitar la comunicación con los jugadores y el público sobre las sanciones disciplinarias dentro del campo de juego.

«La Batalla de Santiago», más los malos entendidos debido a la barrera del idioma en Inglaterra 1966 hicieron que Aston, que era parte del Comité de Árbitros en ese año, sugiriera la creación de este código sencillo para marcar la cancha.
Las tarjetas fueron estrenadas en México 1970, pero la primera expulsión en un Mundial fue en 1974 cuando el chileno Carlos Caszely se fue a las duchas temprano en el partido contra Alemania Federal.

El lío que armaron Antonio Ghirelli y Conrado Pizzirelli quedó en la historia negativa de la Copa del Mundo.
Obdulio no usa tarjeta amarilla,
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