La resistencia a los cambios es algo que supongo aumenta con la edad y cuando todo te lo acumulan en un torneo medio que choca, molesta y a la larga uno espera adaptarse para no quedar como un viejo gruñón.
Me cambiaron a «Holanda» por «Países Bajos» (en los mundiales son «Holanda», no jodan), están usando al VAR para penalines hipersensibles de cámara slow motion, y de yapa, descuentos eternos que se dan de frente con el espíritu de un juego con tiempo corrido al que le siguen agregando cosas «para ser más justos».
Sin embargo los resultados cambian siempre las cosas y el primer «batacazo» de la Copa animó a Obdulio a meter dedos en el teclado y opinar. Arabia Saudita le ganó a Argentina de forma merecida y a partir de este momento nuestro cronista estrella pasará a defender su opinión.
Argentina arrancó con variantes respecto a sus presentaciones oficiales previas (no le pidan a Obdulio que tome en serio un partido vs Jamaica), donde el 4-3-3 tuvo que ser modificado por la ausencia de LoCelso, pasando a un 4-4-2, con postura ofensiva 4-2-4, que intentaba abrir la cancha desde los pies de Paredes y De Paul hacia Di María y Gómez.
Messi jugó suelto detrás de Martínez y eso provocó la única jugada de gol válida en el arranque que tapó muy bien el arquero saudí.
Con Di María custodiado, la única vez que trataron de buscar a Gómez por izquierda en el primer tiempo provocó el corner que terminó con el «penalín conmebol» que cambió Messi por gol.
Parecía que el gol tempranero nos auguraba un partido aburrido, sin embargo la postura de los muchachos vestidos de verde complicó a los argentinos, los trancó con un achique arriesgado pero efectivo ante los ojos tecnológicos (que los salvó de un gol de Martínez) y generó al menos una sensación de querer jugar en campo enemigo, muy distante a la de los cataríes o iraníes en las jornadas anteriores.
Argentina logró una vez sorprender con Romero, que se desenganchó de la zaga mostrando el antídoto para el achique rival, pero ni Tagliafico ni Molina se dieron por aludidos y jamás usaron el carril interior para permitir llegadas profundas.
El inicio del segundo tiempo marcó un nuevo offside de Di María y el empate al tercer minuto, tras una jugada donde los saudíes tuvieron su mérito pero la defensa y el medio durmió la siesta, se comenzaba a conformar un partido hazañoso, de esos que se recordarán por mucho tiempo.
Minutos más tarde llegó el segundo tiro al arco de los saudíes, que olieron sangre y se fueron por su presa herida aprovechando el momento. El #10 sacó un zapatazo tremendo, el famoso «Dibu» la logró manotear pero el segundo gol se sumó en el marcador.

Desde ese momento el golero, el habilidoso #10, el generoso #9, el aguerrido #8, los destacados defensores #17 y #12 salieron del anonimato y pasaron a tener nombre.
Al-Owais atajó hasta el viento y generó temor en propios y extraños cada vez que un centro llegaba a su zona de influencia. Al-Sheheri bajaba «a lo Cavani» a tirarse a los pies de los encumbrados rivales que no lograban pasar el cerco defensivo verde y se fajaba con los zagueros rivales cada vez que la pelota le llegaba al otro lado de la cancha, gol incluído.
Al-Dawsari hizo las pausas necesarias, retuvo la pelota cuanto pudo y manejó el ritmo de su equipo. Lo de All Malki fue un infierno, metiendo pata a lo loco e imponiendo presencia ante los sorprendidos argentinos, acostumbrados a que los rivales entren a la cancha a pedirles fotos y disculpas ante cada falta. Nada de eso hubo de parte del equipo saudí que se plantó firme en el fondo y minimizó al máximo a un rival que metía cambios probando por todos lados pero transformando su propuesta en predecible.
Messi intentó filtrar alguna pelota, Di María de los pocos capaces de sacarse un rival de encima y Scaloni apretaba todos los botones tratando que alguno de los que ponía le salvaran el partido. Lo colectivo le dio paso a lo individual y el descontrol generado por los saudíes con su juego caló hondo en los argentos que no encontraron soluciones ante un escenario desconocido.
Obdulio no se olvidó de los defensores saudíes. El #17 Tambakti fue un infierno por arriba e hizo cierres con una precisión asombrosa, arriesgando tanto como su coordinada defensa cada vez que tiraban el achique.

El lateral derecho Abdulhamid clausuró su zona ante cada centro a pura técnica de Di María y el lateral izquierdo se llevó el golpe del día, permitiendo una de las pocas medidas buenas que ha tomado FIFA respecto a los cambios, permitiendo que si un jugador sale por riesgo de conmoción el cambio no sume a la cuenta del DT. La reacción del arquero tras el golpe y el consuelo de alguno de sus rivales fue la pausa en medio de la batalla deportiva, completando un partido para el recuerdo, al menos en esta fase de grupos.
La Scaloneta llegó tras 36 partidos sin perder, una Copa América ganada, la chapa de favorito (bien ganada) y un juego basado en un tridente en el mediocampo que no tendrá en todo el campeonato y en este primer match se notó y mucho.
Una vez más la «lógica» se tomó una licencia y nos regaló un partidazo, recordándonos que aquello de trancar, meter, dar todo por el equipo y sacar resultados sorprendentes no es patrimonio exclusivo de algunas geografías.
Ganó Arabia Saudita, pegó fuerte sobre la mesa y dejó envuelto en un mar de dudas a los argentos, que quizás recibieron su merecido golpe para bajar a tierra a tiempo.
La victoria es puro mérito del equipo asiático que sorprendió con su planteo audaz y arriesgado en defensa, generoso e intenso en todos sus integrantes y efectivo en ataque. Si quieren saber por qué «perdió Argentina», hagan clic en otro lado.
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