Copa América 2019: Brasil 0 (4) – Paraguay 0 (3)

Arrancaron los Cuartos de Final de la Copa América con un partidazo entre Brasil y Paraguay en el Estadio Arena do Gremio, en Porto Alegre.

El de hoy, es de esos partidos que se pueden visualizar desde antes que se jueguen, teniendo en cuenta las características de ambos equipos. Estaba claro que Brasil iba a tener la iniciativa, mientras que Paraguay, agazapado, esperaría la oportunidad para dar el golpe.

En este tipo de juegos, la diferencia entre un partido trabado, peligroso para el que toma la iniciativa o un juego de «el gato y el ratón», se explica en la postura del equipo que defiende.

Paraguay se paró en su campo, pero no sobre el borde de su área, sino unos metros más adelante, presentando un 4-1-4-1 en el repliegue defensivo, intenso para presionar y rápido para el desdoble ofensivo, neutralizando el ataque de Brasil, que mañatado no lograba pisar el área guaraní.

Brasil complicaba más cuando los paraguayos cedían espacio en la cancha en oportunidades de tiros libres a favor. Las malas resoluciones en ataque le hacían pasar algún calor en defensa, que se resolvía con alguna falta o ahogando al rival con un retroceso feroz.

El plan fue perfecto hasta los 27 minutos, cuando las manos de Alisson se sacudieron ante la jugada más clara del primer tiempo, que fue para los guaraníes. El «1» de Brasil achicó su arco como corresponde en el primer palo, y ofreció la seguridad necesaria ante «esa» oportunidad que todos sabíamos que Paraguay iba a tener.

El último cuarto de hora del primer tiempo se hizo más cortado, con interrupciones que valieron tarjetas amarillas para los visitantes en su mayoría. El árbitro, administró correctamente el uso de las tarjetas, mostrándolas cuando correspondía.

Gabriel Jesús, frotó la lámpara a los ocho del segundo tiempo con el dribbling hacia adelante y puso en carrera a Frimino, que fue derribado al borde del área al límite de la sospecha. EL VAR, una vez más hizo justicia y le quitó la oportunidad del penal a Brasil. Para aclarar, si era penal alcanzaba con ese castigo para Paraguay, al ser tiro libre, el árbitro decidió expulsar correctamente al paraguayo por evitar una oportunidad manifiesta de gol.

Con los centrales parados en campo ajeno, y los laterales jugando como punteros, se planteó el combate de la tapera.

El rancho paraguayo tenía a todos cerca de su área con un claro 4-4-1. Demasiado tiempo para que Brasil pueda armar una jugada para perforar a la férrea defensa rival.

Pese a los esfuerzos de Willian por derecha, Everton por izquierda y el resto por el medio, nada podía con esa defensa guaraní.

El gatito Fernández le hacía honores a su padre, demostrando que heredó los reflejos de su padre mundialista en 1986. El vertical derecho se vestía de rojiblanco, mientras Gómez y Alonso, los centrales, conmovían en el esfuerzo junto al resto que se jugaban el físico en cada pelota, así como nos gusta a los nacidos en las tierras de los «guay».

Sobre el final, parecía que Paraguay lograba el milagro del contragolpe con la velocidad de Almirón, y el partidazo se redondeó con los últimas balas de los brasileños, que picaban cerca del rancho, pero no daban en el blanco.

Así se fueron los 90, y llegaron los penales, ese momento donde el respaldo colectivo desaparece y las decisiones individuales hacen la diferencia.

Hubo tiempo para el drama, porque Alisson atajó el primer penal, pero Firmino no pudo confirmar en el cuarto (a los Dioses del fútbol no le gustan los jugadores que hacen un gol mirando para otro lado con el arco libre).

Derlis González no pudo confirmar el empate, y al igual que Firmino le erró a los 7,32 metros de ancho del arco, dejando todo en los pies de Gabriel Jesús.